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Cáncer de Próstata

La glándula prostática se encuentra debajo de la vejiga, alrededor de la uretra, y tiene aproximadamente la forma y el tamaño de una nuez. La próstata tiene un importante rol en la función sexual e implicancia en la función urinaria. Produce líquido prostático, uno de los componentes del semen, y una proteína llamada antígeno prostático específico (PSA).

Las células cancerosas pueden crecer dentro de la próstata, pero también pueden sobrepasar la cápsula que rodea la próstata y extenderse a tejidos vecinos como las vesículas seminales, ganglios, hueso.

Las hormonas masculinas pueden hacer que la próstata crezca de tamaño, disminuyendo o deteniendo el flujo de orina desde la vejiga. Los crecimientos de la próstata pueden ser benignos, donde el número de células prostáticas aumenta o los tumores pueden ser malignos.

Los antecedentes familiares, la edad y los cambios en ciertos cromosomas aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de próstata.  Nueve de cada diez casos se diagnostican en la etapa local temprana y altamente tratable. Generalmente en la etapa temprana no presentan síntomas, mientras que en etapa avanzada incluyen dificultad y urgencia para orinar, flujo débil de orina, urgencia para orinar, inconvenientes para tener una erección y sangre en la orina o el semen.  Se detecta mediante un análisis de sangre de antígeno prostático específico (PSA) y un examen rectal, y el diagnóstico se confirma a través de una biopsia.

Opciones de tratamiento del cáncer de próstata

Se dispone de una amplia gama de opciones de tratamiento que se pueden combinar: vigilancia activa, cirugía, quimioterapia, terapia hormonal y radioterapia.  De acuerdo con las necesidades de cada paciente según el estado de salud, la comodidad, la tolerancia efectos secundarios, el diagnóstico y etapa de la enfermedad. En Centro de Radioterapia Deán Funes los especialistas junto al médico de cabecera recomendaran el tratamiento personalizado más adecuado tomara las decisiones

 

Radioterapia para el cáncer de próstata

La radioterapia se puede usar como tratamiento primario o junto con otros tratamientos como la cirugía o la terapia hormonal. 

Si bien existen diferentes formas de radioterapia, los que han demostrado mayores resultados son aquellos que permiten entregar altas dosis, precisamente dirigidas cuidando los órganos cercanos como la vejiga y el recto.  

Los equipos para la aplicación utilizan miles de “haces de radiación” desde muchos ángulos diferentes para administrar una dosis única de radiación. La intensidad de los “haces” puede cambiar durante las sesiones modulando estas altas dosis muy precisas, minimizando el daño al tejido circundante normal.

El sistema utilizado está guiado por imágenes, con un sofisticado seguimiento del tumor en tiempo real, teniendo en cuenta los movimientos sutiles durante el tratamiento, evitando la irradiación de otros órganos cercanos y los posibles efectos secundarios, como impotencia, incontinencia urinaria y otros. A medida que se somete a la terapia, la tecnología de imágenes del sistema rastrea el tumor en tiempo real y realiza ajustes.

Antes de cada sesión, un técnico especializado lo colocará cuidadosamente en la camilla con un inmovilizador corporal, utilizando la guía de imagen para confirmar la ubicación de las diferentes estructuras antes que comience la terapia.  Durante las sesiones el sistema de administración de radiación girará en torno a usted y administrará la radiación de acuerdo con el plan establecido por el médico radioterapeuta.

Cada sesión de tratamiento dura de 10 a 30 minutos y de cuatro a ocho semanas. La radioterapia no causa dolor y no requieren sedación permitiéndole regresar a las actividades cotidianas de inmediato.

Según el diagnóstico del paciente el médico radioterapeuta puede elegir una terapia especial de muy breve duración y excelente eficacia, proporcionando una orientación precisa que permite aumentar la dosis de radiación y administrarla en un período de tiempo más corto. Generalmente de cinco sesiones de tratamiento en lugar de las seis a ocho semanas, distribuidas en dos semanas.  Durante cada sesión, un técnico lo colocará cuidadosamente en la camilla de tratamiento con un inmovilizador.  Se utilizará la guía de imagen para confirmar la ubicación del tumor antes de que comience la terapia